"Popeye el marino"


Recuerdo con mucho cariño mi fascinación por un marinero, de fuerte mentón y brazos ovalados, que fumaba en pipa y se alimentaba de espinacas para obtener una fuerza sobrehumana y, así, poder salvar a su amada Olivia de todos los peligros que le rodeaban.

Sin darme cuenta, a la edad de cuatro años, me subí al barco de "Popeye el marino" para zarpar por un océano mágico, lleno de color y fantasía, con un equipaje lleno de ilusiones. Supongo que gracias a él, me inicié con un lápiz y papel, al mismo tiempo que descubría mi vocación por el dibujo.

Después de tantos años, aquellos recuerdos borrosos se hacen presentes quizá, para recordarme, que pase lo que pase en un futuro, nunca hay que dejar de soñar, ni decaer en el intento por llegar a puerto. Si las fuerzas flaquean, o si el ánimo desfallece, siempre nos quedará un buen plato de espinacas para remediar todos los infortunios.

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